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Hablando de la vida contigo, pensaba en lo efímero que es el minuto de existencia. Cerca veo pasar la vida tan lenta y a su vez tan de prisa. Quisiera por un instante ser eso que no pasa, no transcurre ni sucede. Eso que queda y perdura. Cualquier cosa. No lo sé, pero eso que imaginas. Luego observar a los que pasan a mi lado. Todos, a nadie dejaría afuera de mi análisis. Después de un tiempo, llegaría a mis conclusiones. Imagino que diría que muchos de los que ví pasar tenían la vida entre las manos y la dejaron por una copa de alcohol o por una crisis emocional, la que no quisieron solucionar ni de la cual escapar. Otros que ya la vida les pesaba demasiado para seguir llevándola a cuesta, que no sólo el despertar cada día les era fastidioso por las consecuencias que conllevaba sino que el respirar les era un sacrificio. Lamentablemente miraría a otros a los que la muerte los sorprendería cruzando la calle o andando en bicicleta sin que pudieran elegir si quedarse o partir. Viendo que los culpables seguirían su camino sin remordimiento ni castigo. Esa es la triste verdad de la vida, ni hablar de aquellos indefensos que por inexperiencias o incapacidad de otros, morirían sin escapatoria. La vida se va así, en un minuto, en un suspiro. Eso te diría, creo, si pudiera ser aquello, eso que imaginas, lo estático e inamovible; que observa atento desde un costado. Sí, sé que me dirías que no puede ser con esa cara “de quien lo sabe todo pero no lo dice”……y luego sé que tu voz sonará diciéndome:…..si la vida no fuese dolorosa, sacrificada, repentina, incomprensible, inexplicable, eterna para pocos, corta para otros, ¿qué sentido tendría? dirás que tiene sentido cuando …… la muerte, que es su enemiga acérrima, ataca al notar bajas las defensas de sus víctimas, allí, por donde más puede molestar. Cuando lo hace, fortalece a muchas personas pero a otras debilita y allí triunfa. Las primeras, a las que fortalece son las que tienen el espíritu entero, que saben ver más allá de lo que les pasa. Son quienes no desisten y se sienten lo suficientemente humanos para soportar lo que les toca. Aunque muchos de ellos crean que es por error y otros lo acepten con resignación. Pero salen adelante, con la cabeza en alto. Ellos son los que sirven de lección y a los que pocos miran. Esos últimos, los que pocos miran, son quienes bajan la cabeza y aceptan lo que según ellos llaman “el destino, Dios, o los tantos nombres que tiene”…..les colocó como piedra en el camino. Es allí donde la muerte triunfa porque en vez de saltar el peñasco, se agachan y toman de los pies para llorar y no oír la palabra de quienes quieren ayudarlo. Son ellos los que llenos de negatividad, se rinden al aire, a la luz, al hambre y a la bebida. No hay solución porque se encuentran cerrados en su propio mundo impidiendo que la buena energía los contagie con esperanza y fe. Es más, me dices seguro de tus palabras, que los ves que desean estar acompañados por la soledad aunque les hiera el alma y no les interese verse en el espejo. Ellos son los que la muerte lleva sin piedad ni consuelo. “Allí está el minuto que se debe valorar”, me dices y sonríes…….pareces el sabio maestro que enseña por su gran experiencia y no por el título que cuelga en su pared. Es verdad amigo, lo acepto, la vida cobra valor cuando asecha la muerte, aunque no debería ser así porque se pierden de tanta belleza en el camino. Concentrados en el mundo material, dejan de ver lo que les reconforta el alma, si, eso tan abstracto e importante. Se sumergen en el mundo capitalista y olvidan de hacer feliz a la esencia de esa vida que los mantiene en pie. De hacer feliz al alma que llevan dentro……..